Ubicación dentro de la Cordillera Bética:
La
Sierra de Lújar se encuentra enclavada en las
Zonas Internas de la
Cordillera Bética y por tanto pertenece al
Sistema Penibético. Las Zonas Internas agrupan a los materiales que forman el núcleo de la cordillera y por tanto sus rocas son las que han padecido una
mayor deformación y metamorfismo durante la formación de la cadena montañosa. Incluyen a las
rocas visibles más antiguas en la Cordillera Bética.
Las Zonas Internas se encuentran divididas en varios Complejos, o conjuntos de rocas con características similares:
• Complejo Nevado-Filábride (Sierra Nevada, Sierra de Baza y Sierra de los Filabres): Son rocas que han sufrido intensamente deformaciones y metamorfismo, durante la formación de la cadena montañosa.
• Complejo Alpujárride (Sierras de Mecina, Lújar, Albuñuelas, Cázulas, Chaparral, Tejeda y Almijara): ocupa una posición intermedia dentro de las Zonas Internas. Sus rocas también han padecido importantes deformaciones y procesos metamórficos, si bien, de menor intensidad que las del Complejo Nevado-Filábride.
• Complejo Maláguide (Sierra de Cogollos Vega): aflora escasamente en la provincia de Granada. Los materiales que lo componen muestran signos evidentes de deformación y metamorfismo, sin embargo, estos han sido de baja o muy baja intensidad.
Las rocas que componen la Sierra de Lújar están incluidas en el denominado Complejo Alpujárride. Este a su vez está formado por una serie de unidades, entre las que se encuentra la Unidad de Lújar-Gádor.
Las rocas de la Sierra de Lújar:
Como hemos comentado las unidades del
Complejo Alpujárride han sufrido importantes procesos geológicos. Esto causa que existan dificultades a la hora de delimitar y definir las diferentes unidades que la componen, cuestión por la que existen, en la actualidad, divergencias entre diferentes investigadores. No obstante, si hay un acuerdo general sobre la sucesión típica de rocas que posee cualquier unidad alpujárride. Existen dos tramos o formaciones bien definidas:
Tramo inferior o “
metapelítico”: formado por rocas
silíceas, en las que destaca la
foliación o
esquistosidad, dándoles un aspecto
pizarroso. Las rocas más abundantes son las
filitas,
esquistos y
cuarcitas. Estos materiales son el producto de la
transformación metamórfica (mediante el calor y la presión) de
rocas sedimentarias, probablemente de medios
fluviales: arenas, limos y gravas. Las filitas son las que afloran en mayor extensión y en las Alpujarras y Contraviesa, son conocidas popularmente como “
launa” y han tenido y tienen una gran importancia en el aislamiento e impermeabilización de los techos de las construcciones tradicionales de la zona. Aunque no existen dataciones a partir de fósiles, por su posición dentro de la sucesión de rocas se les atribuye una edad
Permo-Triásico inferior. Los esquistos y cuarcitas situadas por debajo de las filitas se les supone una edad mayor y por tanto de edad
Paleozóica indefinida.
Tramo superior o “
carbonatado”: formado por rocas ricas en carbonatos como la
calcita y la
dolomita. Las rocas más frecuentes son las
calizas y
dolomías más o menos
marmorizadas (proceso por el que los carbonatos recristalizan, aumentando de tamaño y dando un aspecto granulado a la roca). Estas rocas fueron inicialmente
sedimentos depositados en
fondos marinos a escasa profundidad y por tanto no muy alejados de la línea de costa. A pesar de que la inmensa mayoría de rocas han perdido sus texturas y estructuras sedimentarias (por efecto de la
recristalización interna), existen pequeños enclaves que han permitido la identificación de algunos fósiles (especialmente interesante e importante es la
serie estratigráfica de la
Sierra de la Joya, muy próxima a Sierra de Lújar, en la que se han descrito e identificado
estructuras arrecifales). Por ello se ha podido determinar la edad del tramo o “paquete” carbonatado de las Unidades alpujárrides, que es:
Triásico medio-superior (240 a 205 millones de años).
Breve historia de las deformaciones de las rocas de las Zonas Internas:
Los materiales que forman la
Unidad de Lújar-Gádor, han sufrido una historia bastante compleja y que vamos a tratar de resumir:
• Como no existen rocas más modernas que el
Triásico superior (205 millones de años), se supone que desde esta época las rocas del
Complejo Alpujárride han permanecido
emergidas, o cuanto menos no ha recibido aporte sedimentario posterior. Estas rocas se asignan a la denominada
Microplaca de Alborán o
Placa mesomediterránea, por lo tanto se dice que estas rocas pertenecen al “
Dominio de Alborán”. Esta placa tectónica se ubicaba entre la
Placa Ibérica (Euroasiática más tarde, cuando se formaron los Pirineos y se soldó a Europa) y la
Placa Africana. Podríamos imaginar que estas unidades alpujárrides formaron una serie de
islas o
pequeño continente en el “mediterráneo occidental” situado a medio camino de la Península Ibérica y África.
• Se estima que, aproximadamente, al mismo tiempo que se terminaba de formar la
Cordillera Pirenaica, durante el
Oligoceno (hace unos 34 millones de años) comenzaba la
colisión entre las Placas ibérica y mesomediterránea. Los datos obtenidos de las rocas del
Complejo Alpujárride, sobre la presión y temperatura sufridas, nos indican que estas rocas que estaban en superficie, sufrieron un “
enterramiento” hasta unos 30-40 kilómetros de profundidad. Fue durante esta fase cuando, probablemente, se produjo una ¡
duplicación!!! en el espesor de la
Corteza Continental (evaluado aproximadamente en unos 70 km), en alguna región al Este del
Dominio de Alborán. Esta duplicación fue producida por el apilamiento de los Complejos de las
Zonas Internas, en un contexto de
colisión continental . De esta forma el
Complejo Nevado-Filábride se encontraría en la base de este apilamiento, el
Complejo Alpujárride estaría en posición intermedia y el
Complejo Maláguide cubriendo a este último. En este momento es cuando el
metamorfismo alcanza su mayor intensidad, especialmente en cuanto a la presión se refiere.
• En las rocas del
Complejo Alpujárride ha quedado registrado el momento en que el metamorfismo baja de intensidad y por tanto permite establecer cuándo comienzan a ascender las rocas hasta ocupar la posición actual. Lo verdaderamente significativo es que el
enfriamiento de las rocas no se produjo paulatinamente, sino que fue en un
intervalo extraordinariamente corto de 21,2 a 20,4 millones de años (
Mioceno inferior). La
descompresión se inició un poco antes hace unos 25 millones de años (
Oligoceno terminal) y
la elevación fue extremadamente rápida y llevó a las rocas alpujárrides a la superficie terrestre, donde comenzaron a
erosionarse entre los 21 y los 19 millones de años (
Mioceno inferior). Todos los investigadores coinciden que es durante esta descompresión, cuando se formó la
foliación o
esquistosidad que es tan visible en las rocas del tramo
metapelítico de las Unidades alpujárrides.
• La característica más singular de las
Zonas Internas es el
despegue extensional que se produce entre los complejos y dentro de estos, en las unidades que los componen. La descompresión iniciada hace 25 millones de años (
Oligoceno terminal) se prolongó hasta hace sólo 10 millones de años!!! (
inicios del Mioceno superior). De esta forma se produjo un
colapso (caída)
gravitacional del apilamiento de los complejos y sus unidades. Se ha podido precisar que el desplazamiento (
Despegue extensional de los Filabres), hacia el Suroeste, del Complejo Alpujárride sobre el Nevado-Filábride, se produjo durante el
Mioceno medio (hace 16,4 a 14,8 millones de años. Esto permitió la rápida exhumación y comienzo de la
erosión del
Complejo Nevado-Filábride a partir de los 9 a 11 Millones de años. Se especula que fue durante esta fase de despegue extensional cuando se formaron
grandes pliegues (plurikilométricos)
tumbados, en el seno del
Complejo Alpujárride.
• Finalmente se produce una acomodación de los complejos y unidades, que provoca la aparición de
pliegues verticales de amplio radio y
fallas normales de moderado y alto ángulo. La diferencia entre
despegue extensional y
fallas normales de bajo ángulo es función del desplazamiento que producen las mismas. Mientras en los despegues extensionales se establecen desplazamientos de, al menos, una decena de kilómetros, en las fallas normales de bajo ángulo el recorrido es inferior. No obstante, no debe tomarse esta distancia como una referencia totalmente exacta.
Estructura de la Sierra de Lújar: Cortes Geológicos y esquemas:
Han sido innumerables las aportaciones tanto internacionales como de científicos nacionales desde el primer cuarto del siglo XX. Sin embargo no es hasta finales de los años 60, del mismo siglo, cuando
F. Aldaya realiza una
cartografía de detalle de las unidades alpujárrides y nevado-filábrides en el sector meridional y central de las
Zonas Internas. Esta cartografía muestra una gran complejidad, especialmente en las unidades alpujárrides, estableciendo una
gran cantidad de unidades que en esa época eran difícilmente correlacionables entre sí. Además, la teoría imperante era la de “
Mantos de Corrimiento”. Esta teoría establecía que las distintas unidades montaban unas a otras, en régimen de
compresión, siempre en dirección Norte-Noreste. La complejidad de la cartografía así como la idea de la compresión se manifiesta en el siguiente esquema de la disposición de los “Mantos de Corrimiento” elaborado por el mismo autor:
A mediados de los años 80, se produce un hecho crucial que supondría una revolución y cambio radical en la concepción de las deformaciones sufridas por los complejos de las
Zonas Internas. Fue de nuevo
F. Aldaya el que identificó la primera estructura extensional, que en su momento se denominó:
Falla de bajo ángulo o Accidente de Mecina. Esta falla forma parte de lo que actualmente se define como
Despegue Extensional de los Filabres.
Es el límite entre los Complejos Nevado-Filábride y Alpujárride.
Casi simultáneamente
J. Campos y
J.F. Simancas estudian la
estructura interna de los “
Mantos de Corrimiento” del
Complejo Alpujárride, detectando los primeros
pliegues tumbados plurikilométricos. Siguen manteniendo la nomenclatura de
F. Aldaya para las unidades alpujárrides, pero ya incluyen el gran
Despegue Extensional de los Filabres (Falla de Macina de la época). Pude observarse el deslazamiento hacia el Norte de los distintos mantos de las unidades alpujárrides.
A principio de los años 90, se identifican una gran cantidad de
despegues extensionales y
fallas normales de bajo ángulo. De esta manera muchos de los “
Mantos de Corrimiento” originales pasan a ser
unidades extensionales y por tanto de desplazamiento Sur-Suroeste. A principios del Siglo XXI, se establecen dentro del
Complejo Alpujárride las denominadas
Unidades Superiores,
Intermedias y
Superiores. Esta clasificación tiende a agrupar a las unidades alpujárrides en función de la sucesión de rocas y posición dentro del Complejo Alpujárride, reflejo de la
intensidad de las deformaciones y
metamorfismo sufridos. Así la
Unidad alpujárride Lújar-Gádor queda definida como
Unidad Inferior de todo el Complejo o “edificio” Alpujárride, ya que es la que contacta directamente con el
Complejo Nevado-Filábride en el
Despegue Extensional de los Filabres.
M. Orozco, en el año 2004 elabora un
corte geológico de la transversal de la
Sierra de Lújar, en la que combina todos estos elementos y detalla, también, como afectó a la
Unidad de Lújar-Gádor, las fallas de bajo ángulo y pliegues de la fase de deformación más tardía (Pliegues de 2ª fase). Los materiales de
La Contraviesa aparecen cabalgando hacia el Norte, conservando su carácter de “
Manto de Corrimiento”. Esto no es compartido por otros investigadores, pues según ellos, las unidades alpujárrides presentes en La Contraviesa también son extensionales y por lo tanto se habrían desplazado hacia el Sur-Suroeste. En cualquier caso, no se pone en duda que la
Unidad de Lújar-Gador pertenece a las
Unidades inferiores del Complejo Alpujárride.
La Minería:
La
Sierra de Lújar ha sido desde
tiempos históricos, y posiblemente desde la
edad de los metales fuente de
minerales que han sido explotados con los métodos disponibles en cada época. En los tiempos más recientes llegó a desarrollarse una
minería industrial del plomo y
la fluorita dando lugar a la excavación de decenas de kilómetros de galerías e incluso al transporte por cable hasta el poblado de Los
Tablones de Órgiva donde se procesaba el mineral extraído. Cientos de galerías perforan la sierra y aunque la mayor parte están cerradas o selladas, algunas permanencen abiertas y son lugar de refugio e invernada de varias especies de
murciélagos. Asimismo existen numerosos pozos verticales de ventilación de estas galerías, algunos de ellos a ras de suelo y sin ningún tipo de protección exterior.
No se tiene constancia de cuándo se iniciaron las primeras explotaciones de
menas metálicas en la
Sierra de Lújar, si bien es posible especular con que las primeras explotaciones mineras debieron producirse durante la “
Edad del Cobre”, hace al menos unos 4.000 años. No existe evidencia directa de este hecho, pero es evidente la presencia de pequeñas labores mineras, muy antiguas, en la Sierra de Lújar. También existen numerosos
yacimientos arqueológicos en los que se registran la presencia de
escorias de fundición, cuyas edades van desde el
Calcolítico (Edad del Cobre) hasta casi la actualidad. Son numerosos los pueblos asociados a estos restos:
Íberos,
Púnicos,
Romanos,
Árabes… Pero el verdadero empuje de la minería en la Sierra de Lújar no se produce hasta el
siglo XVII. En
1.842 existen en la zona cuat
ro fundiciones, 59 minas de plomo y 5 de cobre. Es en esta época cuando la Sierra de Lújar se convierte en
el mayor coto minero de España. Estas explotaciones se mantienen en funcionamiento hasta los años 80 del siglo XX.
En la Sierra de Lújar, la
mineralización de plomo (galena, cerusita y anglesita) y
fluorita se encuentra ligada a las
calizas masivas y con intercalaciones de
dolomías con estructura “
franciscana” del
Triásico de edad Ladiniense. Está asociada a dos importantes
horizontes dolomíticos, con una anchura de 3
Km y una extensión aproximada de 10 Km en dirección Noreste-Suroeste. El espesor varía entre 2 y 12 metros, con leyes del
1,85% de
Plomo y
34% de
Fluorita. La última actividad minera de la zona fue desarrollada por la
Sociedad Minas de Órgiva, S.A. (MINORSA), constituida por
S.M.M. de Peñarroya-España, S.A. y por
Minas de Almagrera, S.A. La explotación seguía el método de cámaras y pilares. El mineral era transportado por
cable aéreo al lavadero, situado en los
Tablones de Órgiva, con una capacidad para 400 toneladas de mineral diarias. Con más de
100 Km de galerías y un desnivel total superior a los 500 metros, esta explotación es una de las más extensas de la minería del plomo en Europa.
GALENA FLUORITA CERUSITA ANGLESITA
Las reservas de Flúor de Sierra de Lújar se estiman en 175.000 toneladas seguras y 2.100.000 de probables, calculándose que las reservas geológicas puedan alcanzar los 15.000.000 de toneladas.
Hidrogeología y geomorfología:
El tramo de
rocas carbonatadas de la
Sierra de Lújar constituyen un importante
acuífero en el Sur de la Provincia de
Granada. El acuífero posee una extensión de unos 100 km2, ocupada mayoritariamente por las
calizas y
dolomías del
Triásico pertenecientes al
Complejo Alpujárride. Los materiales de comportamiento
impermeable corresponden a las
formaciones metapelíticas (
filitas, cuarcitas, esquistos).
Esta
formación carbonatada tiene un espesor aproximado de 1.500 metros y conforma un conjunto
permeable por fisuración. Efectivamente las deformaciones sufridas por las rocas, durante la formación de la
Codillera Bética, han ocasionado un
gran fracturación, a veces microscópica, de las mismas. Esta circunstancia hace que el
acuífero se descargue paulatinamente, en vez de hacerlo más bruscamente, como ocurre en el caso de los
acuíferos kársticos. La principal recarga del acuífero procede de la infiltración directa de la precipitación, lo que representa unos 53 Hm3 anuales. También es importante la aportación al acuífero del
río Guadalfeo, que entre
Órgiva y su confluencia con el
río Izbor, se comporta como “perdedor”, ya que transfiere al acuífero de Lújar unos 13 Hm3 por año. De esta forma los recursos del acuífero de Lújar se estiman en unos 66 Hm3 año.
Las principales
descargas visibles, se localizan en el Oeste y Norte del acuífero. En el borde occidental, en cotas en torno a los 200 msnm, se localizan dos zonas de descargas importante, en
Vélez de Benaudalla, con un caudal medio de unos 250 l/s y el área de
Rules con unos 130 l/s visibles y una
descarga oculta hacia el
río Guadalfeo del orden de 300 l/s. En el conjunto se estima que la descarga en este sector rondaría los 1.000 l/s. El borde septentrional corresponde al contacto entre los materiales carbonatos de la Sierra de Lújar con los
aluviones del río Guadalfeo. En este las descargas visibles, entre los 300 y 500 msnm, son mucho menores, como los
nacimientos del Castillejo (25 l/s) y
Raja-Tablones de Órgiva (< 10 l/s). Sin embargo debe tenerse en cuenta la descarga oculta hacia el Río Gudalfeo, a través de los aluviones, que se estima en unos 500 l/s.
Especialmente interesante es el
manantial de La Colorá (cercano a los de Rules), por tratarse de una surgencia de
aguas termales, con una temperatura de salida de entre 25 y 26º C, lo que supone unos 7º C, sobre la temperatura anual media del aire, en esta área. El termalismo de este manantial evidencia una cierta circulación en profundidad y un ascenso rápido, a favor de fracturas. Otras
surgencias de mucha menos importancia se encuentran en el Este de la Sierra de Lújar.
Existen dos tipos básicos de aguas, las
menos mineralizadas, son bicarbonatadas cálcicas y cálcico-magnésicas y por otro lado las
mineralizadas, que son sulfatadas cálcicas (Manantial de la Colorá).
Este es un acuífero de gran interés, ya que carece en la actualidad de explotaciones significativas y representa una reserva estratégica en un sector de gran demanda de agua, como es la costa tropical granadina.
Desde el punto
geomorfológico la Sierra de Lújar no presenta hitos destacables. Presenta una morfología de
domo rocoso con un mayor desarrollo en la dirección Este-Oeste. Quizás el hecho más destacable sea el
encajonamiento de la red de drenaje (barrancos muy escarpados) indican una rápida elevación, en tiempos muy recientes (desde el
Mioceno superior ), de la sierra.
Los
procesos kársticos son poco evidentes y las cuevas y galerías muy escasas en número y continuidad. Es en las cumbres donde pueden verse algunos de los efectos del modelado kárstico, como
lapiaces,
sumideros y escasas
dolinas. Es evidente que los materiales carbonatados aún no han estado el suficiente tiempo sufriendo los
procesos de disolución, para desarrollar un
karst maduro, ya que la Sierra de Lújar, por pertenecer a las
Unidades inferiores del
Complejo Alpujárride, son las últimas que han quedado exhumadas y por tanto expuestas a la acción de los agentes meteorológicos.
Sin embargo existen dos peculiaridades geomorfológicas interesantes de destacar, como son los
travertinos de Vélez de Benaudalla y los
Tablones (nombre popular con el que se conocen a ciertos
depósitos periglaciares cementados).
Los
travertinos, son formaciones rocosas muy recientes (
Pleistoceno) que se forman por la
precipitación de carbonato cálcico, sobre vegetales y otras superficies rocosas preexistentes. Esto ocurre en las áreas de
surgencias,
manantiales y
cabeceras de ríos. El agua cuando atraviesa el interior del acuífero fisurado carbonatado, disuelve parte de la roca y por lo tanto se enriquece en
bicarbonatos y carbonatos cálcicos. Cuando sale al exterior las condiciones de temperatura y presión cambian bruscamente, así
precipita parte de la carga mineral que había adquirido previamente el agua. Como en
Vélez de Benaudalla existen múltiples surgencias y antiguas
terrazas fluviales, se han formado sobre estas y la vegetación las
rocas travertínicas, que vemos en la actualidad. Especialmente bellos son los travertinos situados en el talud de las antiguas terrazas fluviales. En estas áreas se formaron
cascadas en las que las
plantas rupícolas fueron “tapizadas” por una costra de carbonato cálcico, a veces tan fina, que es posible reconocer el tipo de planta. Incluso hoy día existen varias cascadas, en el que este fenómeno sigue desarrollándose.
Los
tablones están constituidos por
brechas cementadas que forman superficies de suave pendiente, casi horizontal, y que son la transición entre las fuertes pendientes de la Sierra de Lújar y las más suaves de los materiales silíceos (
filitas y esquistos ). Casi siempre se encuentran en los bordes de la
formación carbonatada de Sierra de Lújar. Aún no está perfectamente definido el origen de su formación. Sin embargo la más plausible parece indicar que son depósitos ocurridos en ambiente
periglaciar, durante las épocas de
deshielo. Ejemplos son: “Los Tablones de Órgiva”, “los Tablones de Motril”, “La pradera de Lagos”, etc…