Sobre estos materiales se deposita un importante espesor de
turbiditas calcáreas, que han sido interpretadas como depósitos de
corrientes de turbidez en
abanicos submarinos al pie de
taludes controlados por
fallas más o menos verticales. Las
turbiditas son rocas muy singulares, pues nos informan de
eventos catastróficos en la historia de la
Tierra. Cada capa turbidítica es el resultado del depósito de materiales contenidos en una corriente de turbidez, cuando esta pierde energía.
Las
corrientes de turbidez consisten en suspensiones de material sedimentario en el agua marina, que constituyen un fluido de
densidad bastante mayor que la del agua marina ordinaria que lo rodea. Estas
nubes de sedimento submarinas, una vez formadas por algún movimiento rápido y con alta energía (deslizamientos o terremotos), se mueven a favor de la
fuerza de la gravedad, adquiriendo
considerables velocidades (70 km/h) y gran capacidad de transporte de material
sedimentario.
Las
corrientes de turbidez se inician generalmente en el borde exterior de la
plataforma continental y arrastran materiales allí depositados a las
profundidades oceánicas. Normalmente el mecanismo que produce la activación de estas corrientes de turbidez, son movimientos
sísmicos de cierta intensidad.
También se han invocado procesos subaéreos, como
grandes tormentas e
inundaciones que se originan en tierra firme y que a través de los ríos y los
cañones submarinos alcanzan las
llanuras pelágicas. El hecho de que estén presentes fósiles de
plantas y
animales de medios terrestres en el interior de las
turbiditas, parecen confirmar estos
eventos catastróficos.
Las
turbiditas pueden ocupar extensiones de muchos kilómetros cuadrados y depositarse a distancias superiores a los 100 km. Estos depósitos pueden producirse desde cada 10 años a los 20.000, en función de la
frecuencia en que se produzcan los e
ventos catrastóficos. Entre
estrato y estrato de turbiditas se depositan materiales más finos (margas, arcillas, etc), propios de la
sedimentación marina
pelágica normal. Mientras estos últimos se depositan en miles de años, los
sedimentos turbidíticos lo hacen en minutos y horas.
El
Cretácico inferior presenta una
alternancia rítmica de
calizas y
margas muy ricas en
fósiles, por lo que presenta un gran
interés paleontológico. Sobre esta alternancia se depositan
margas y
margocalizas con intercalaciones de
areniscas turbidíticas, depositadas estas últimas, al pie de
talud de la plataforma. Este conjunto de rocas poseen un espesor de más de 3.000 metros de espesor, por lo que se deduce que la cuenca marina
fue hundiéndose progresivamente mientras continuaba la
sedimentación. Durante el
Cretácico superior sigue hundiéndose la cuenca, por lo que dominan materiales
pelágicos como,
margas y
margocalizas.
El
Paleógeno se caracteriza por poseer una
sedimentación pelágica,
de surco en la mitad occidental de
margas y
calizas margosas; siendo de
pie de talud en la oriental, con frecuentes
episodios turbidíticos.
Estructura y posición de las Unidades Intermedias en la Cordillera Bética
El
Domino Intermedio ocupa una posición a medio camino entre La
Zona Prebética y la
Zona Subbética. Junto con las
Unidades Subbéticas, las
Unidades Intermedias son las que han sufrido una
deformación más intensa y visible de las
Zonas Externas de la
Cordillera Bética. La estructura que presentan estos materiales es difícil de establecer, por la
fragmentación y
poca extensión que presentan los afloramientos.
Como se puede comprobar en los
cortes geológicos esquemáticos, las
Unidades Intermedias aparecen “engrosadas”. Esta situación es producto de su ubicación dentro de las
Zonas Externas, a caballo entre el
Prebético y el Subbético; y de los grandes espesores que se acumularon durante el sistema
Cretácico.
Desde el punto de vista
estructural aparecen siempre
cabalgando a las
Unidades prebéticas y , a su vez, siempre son cabalgadas por las
subbéticas. El desplazamiento mínimo que han sufrido la mayor parte de las
Unidades Intermedias se ha valorado en unos
25 Km.
Existen dos niveles preferenciales a partir de los cuales se desarrollan los
cabalgamientos dentro de las
Unidades Intermedias, los
yesos y
arcillas del
Triásico, tal como ocurre en el resto de las
Zonas Externas; y las
margas del
Cretácico. Estos niveles favorecen la génesis de los cabalgamientos y pliegues, ya que son puntos débiles, que ofrecen poca resistencia a la
deformación. Esta circunstancia ha provocado la fuerte deformación y
fragmentación de estas unidades. El que en grandes áreas no afloren, es consecuencia de que son
ocultadas bajo los
mantos de corrimiento que portan hacia el Norte a las
Unidades Subbéticas.
En el siguiente
corte geológico balanceado, se restituyen las diferentes unidades a su posición original, justo antes de comenzar el
despegue de la
cobertera sedimentaria sobre el
basamento de la
placa ibérica.
Dentro de la
Cordillera Bética, es en las
Unidades Intermedias donde se localizan los
mayores espesores de
sedimentación mesozóica, especialmente durante el sistema
Cretácico. Como consecuencia, los materiales que componen esta potente serie (
arcillas,
lutitas,
margas y
margocalizas principalmente) deben acomodarse ante la compresión a la que se vieron sometidos durante la formación de la
Cordillera Bética.
Gracias a la liberación, por parte del Estado, de los estudios de
sísmica de reflexión (permanecieron en secreto durante décadas), usados en la exploración de yacimientos petrolíferos y otros métodos de
prospección geofísica, usados receintemente, se ha llegado a la conclusión de que: las
Unidades Intermedias, a pesar de los grandes espesores que presentan, permanecen en su mayor parte
ocultas bajo los materiales de la
Zona Subbética.
Esto implica un
desplazamiento, de los materiales
subbéticos sobre las U
nidades Intermedias, de una magnitud mucho mayor de lo que se pensaba hace sólo una década, superando con toda probabilidad los
30 Km. Por lo tanto, debemos hablar en este caso de auténticos
mantos de corrimiento, en los que los que las diferentes unidades son transportadas mediante superficies de corrimiento. Las
Unidades Intermedias también han sufrido un gran acortamiento, especialmente en los materiales
cretácicos este se ha traducido en un importante
plegamiento y desarrollo de cabalgamientos que, en parte, duplican los espesores de los materiales cretácicos. El
Jurásico de las
Unidades Intermedias, se ha comportado de forma más rígida, en este caso, el acortamiento se realiza casi exclusivamente mediante
cabalgamientos y
mantos de corrimiento , cuando la distancia recorrida es grande.
Los últimos datos indican
desplazamientos hacia el Noroeste de todas las
Unidades Intermedias, que seguramente superando ampliamente los 30 Km. El empuje de las
Zonas Internas durante la
colisión se produjo en sentido Noroeste y provocó el total
desenraizamiento de las
Unidades subbéticas, y por tanto, las obligó a desplazarse sobre las
Unidades Intermedias, hasta
cubrirlas casi por completo.
A mayor profundidad, los
materiales jurásicos del
Dominio Intermedio se han comportado de una forma mucho más
rígida, desarrollándose
cabalgamientos de menor desplazamiento. De esta forma han presentado una
mayor resistencia a la
deformación y por lo tanto, (en alguno de los cortes que hemos visto) en profundidad, se encuentran directamente en contacto con los materiales de las Zonas Internas.
Esto nos indica que el
acortamiento y la
distancia de desplazamiento de los distintos mantos de corrimiento que conforman las
Unidades Subbéticas, han sido, con diferencia, los
más importantes de las
Zonas Externas.
Edad de las deformaciones e historia geológica del Dominio IntermedioAl igual que en la
Zona Prebética las primeras
deformaciones registradas por las rocas se producen cuando la
plataforma marina se
fragmentó al final del
Jurásico Inferior, hace 180 millones de años. Entonces se produjeron una serie de
fallas o fracturas que afectaron tanto al
basamento como a la
cobertera sedimentaria que estaba formándose. Estas
fallas normales o de extensión que afectan a tan diversos materiales y alcanzan gran profundidad son frecuentes en los
márgenes continentales tipo atlántico y reciben el nombre de
fallas lístricas.
A partir del final del
Jurásico (durante el Kimemeridgiense), hace unos 145 millones de años, se produce una
reactivación de estas
fallas lístricas lo que produce un hundimiento de la cuenca, permitiendo una gran acumulación de
sedimentos. Esta
fosa o cuenca profunda denominada
Surco Norbético es la que va a diferenciar el
Dominio Intermedio de la
Zona Prebética y la de
Zona Subbética. Buena parte de la sedimentación va a estar constituida, a partir del Jurásico final, por
turbiditas. Este tipo de rocas nos indican la presencia de un borde de plataforma muy inestable debido a
eventos catastróficos, especialmente de
terremotos. Este contexto sedimentario, de pie de
talud, va a mantenerse durante gran parte del
Cretácico inferior (135-96 m.a.). Esta nueva
subsidencia o profundización de la cuenca durante la sedimentación, va a propiciar la acumulación de grandes espesores de sedimentos. De esta manera la sucesión
mesozoica presenta un
gran espesor de rocas en las
Unidades Intermedias.
Los
cabalgamientos y
plegamientos se inician al final del
Oligoceno, inicio del
Mioceno inferior, hace unos 24-20 millones de años. Por lo tanto estas
estructuras de
deformación son un poco más antiguas que en el caso de las de la
Zona Prebética. Esto nos indica que los esfuerzos que las generaron, incidieron antes en el
Dominio Intermedio que en la
Zona Prebética. Estas estructuras indican
compresión según una dirección
Sureste-Noroeste. Es evidente que la energía necesaria para el
plegado y la
fracturación de las
Unidades Intermedias, procede la
orogénesis de la
Cordillera Bética. Otro conjunto de
fallas importantes, que se generan al final de esta fase, son aquellas que poseen un plano más o menos vertical y que provocan desplazamientos en la horizontal, son las conocidas como
fallas de salto en dirección o de “
desgarre”, que pueden observarse en el mapa general de la zona.
La mayoría de las
fallas normales o de extensión, son aún más recientes, pues suelen cortar las superficies de
cabalgamiento y a los
pliegues (Ver corte de
La Puebla de Don Fadrique, parte derecha). Estas fallas son el resultado de la relajación de las rocas después de haber cesado el
estrés compresivo de la etapa anterior. La fase de
distensión que genera estas fallas normales y la elevación del conjunto de la
Cordillera Bética se inició hacia al comienzo del
Mioceno superior, hace tan sólo 7 m.a.
En conclusión podemos decir que el
Dominio Intermedio sufrido tres etapas de deformación importantes, pero la primera bastante separada en el tiempo, con respecto a las dos últimas.
- La primera etapa de extensión consistió en la fragmentación de la amplia plataforma marina, poco profunda, que se extendía hace 180 millones de años por lo que entonces era el margen continental del Sur de la placa ibérica. Esta fragmentación produjo una profundización de la cuenca marina, especialmente en el Prebético externo, en donde se acumularon grandes espesores de sedimentos durante todo el Mesozoico (Jurásico medio a Cretácico superior). Esta etapa se ha interpretado como un proceso de Rifting.
- La segunda etapa tiene comienzo en tiempos muy recientes, ya en el Oligoceno superior-Mioceno inferior, hace unos 24-20 millones de años. Es una etapa de compresión y fue provocada por la colisión entre las Zonas Externas e Internas, dando lugar a plegamientos y cabalgamientos en las Unidades intermadias. Al final de esta segunda etapa de deformación, se producen las fallas de desgarre, de gran longitud (decenas de kilómetros) y desplazamiento.
- Finalmente, desde hace unos 7,5 millones de años hasta la actualidad, se produce una etapa de descompresión motivada por la elevación de la Cordillera Bética que da lugar a multitud de pequeñas fallas normales y la reactivación alguna de las fallas lístricas del Jurásico inferior..
Un hecho reseñable es que todas estas etapas de
deformación ocurrieron en
ambiente submarino, la elvación sobre el nivel del mar se ha producido en los últimos 5,3 millones de años, es decir, durante el
Plioceno y el
Cuaternario.
Durante todas estas fases han tenido una importante implicación los materiales
plásticos y altamente
deformables del
Triásico superior. Este comportamiento ha permitido un
despegue generalizado, a gran profundidad, de la
cobertera sedimentaria con respecto al
basamento de la
placa ibérica. Por lo tanto podemos decir que estos materiales han funcionado como un “lubricante natural”, sobre el que se han desplazado y deformado los materiales
suprayacentes.
Cortes geológicos comentados del Dominio Intermedio de la provincia de Granada 1.- Las Unidades Intermedias en La Puebla de Don Fadrique y Almaciles.
Tanto en
Almaciles como en la
Puebla de Don Fadrique pueden observarse interesantes panorámicas del contacto entre las
Unidades Intermedias,
La Zona Prebética y
la Zona Subbética. Es fácil identificar los materiales
jurásicos subbéticos por sus colores oscuros y los pertenecientes a las Unidades Intermedias, formados por rocas de colores claros de edad
cretácica y
neógena.
Desde casi cualquier ubicación de las carreteras, que recorren el itinerario que va desde los
Collados de la Sagra hasta el límite provincial de Granada con Murcia, en Almaciles, es posible observar el contacto entre las diferentes unidades que concurren en el llamado “
Frente del Cabalgamiento Subbético”. Los materiales
prebéticos están representados, principalmente por el
Paleógeno y pertenecen al
Prebético interno. Estos presentan relieves suaves en los que destacan las
calizas del
Mioceno inferior (16 m.a.), que ya pertenecen al
Neógeno. Los materiales de las
Unidades Intermedias, no proporcionan relieves importantes y pertenecen en casi toda su totalidad al período
Cretácico con algunos afloramientos dispersos del
Paleógeno y
Neógeno. Los relieves más importantes, con fuertes pendientes son los que presentan las
calizas jurásicas de las Unidades Subbéticas.
Los materiales
prebéticos presentan una deformación de poca intensidad, con respecto al resto de unidades presentes. El
plegamiento en las cercanías del frente de
cabalgamiento con las
Unidades Intermedias es la respuesta al empuje que sufrió el
Prebético interno durante la
orogenia de la
Cordillera Bética, tal como se aprecia en el corte geológico propuesto, en el que aparece un gran
pliegue sinclinal (en forma de surco), en el cual los materiales más modernos quedan en el núcleo del mismo.
Las
Unidades Intermedias, presentan un gran
anticlinal (en forma de domo) en el contacto con los materiales
prebéticos. El núcleo de este anticlinal presenta los materiales
jurásicos, más antiguos, con una multitud de pequeñas
escamas (pequeños cabalgamientos) que provocan el engrosamiento del
pliegue. El mecanismo que origina esta deformación, al igual que en el caso anterior, es la respuesta al empuje que han sufrido las rocas durante la formación de la
Cordillera Bética. En este caso los materiales del
Cretácico se han plegado de forma intensa aumentando de forma significativa el espesor de las
Unidades Intermedias en el entorno del contacto con el
Prebético interno. El desarrollo de
cabalgamientos también es importante en esta área de contacto, llegando a poner en contacto el
jurásico de las
Unidades Intermedias con el
Prebético interno. El
Triásico y
Cretácico son los
niveles de despegue de los materiales de las Unidades Intermedias, tal como puede verse en la parte central del corte geológico.
Las
Unidades Subbéticas presentan en este perfil una desmembración muy importante, formando un
apilamiento de mantos de corrimiento. En este corte, es visible un desplazamiento mínimo de unos 15 Km, si colocáramos todas las
Unidades subbéticas, una a continuación de la otra, formando una sola unidad, y en su posición original, obtendríamos una distancia que
superaría ampliamente la treintena de kilómetros. Así en estas unidades predominan las deformaciones más
frágiles en forma de
cabalgamientos, siendo los
plegamientos de menor menor intensidad. En este caso sólo se detecta un único nivel de despegue, situado en los materiales
plásticos o altamente deformables de edad
triásica.
Nótese cómo las
superficies de cabalgamiento cortan a los pliegues y a los materiales
neógenos. Esto indica el orden de las deformaciones, en
primer lugar el plegamiento y después como respuesta a la falta de espacio físico, para seguir absorbiendo la energía de
colisión mediante el plegado de las capas, la
formación posterior de los cabalgamientos. Finalmente hay
fallas verticales que
cortan tanto a pliegues como a cabalgamientos y que son producto de la
fase final extensiva o de relajación que ha sufrido la región.
ARTÍCULOS PUBLICADOS DE LA SERIE GEOLOGÍA DE GRANADA